"La lucha de nuestro México"
Realizado por la periodista
María Fernanda Zavala Reynoso; Universidad Panamericana
Hoy en día, muchas de nuestras luchas pasadas siguen presentes en
nuestros días, reencarnando en algo mucho más grande cada vez, al igual que la
resistencia perduradera que ha estado presente desde tiempos pasados sin
nosotros haberlo notado cómo deberíamos. El hecho de que algo no se escuche
igual que una “bomba nuclear" no significa que no esté ahí y que no haya
tenido consecuencias a largo plazo. La revolución existe, y los políticos
olvidan quienes somos, y cuánto valemos. Sí, incluyendo a los periodistas.
Tenemos el derecho a la libertad y responsabilidad (hoy en día llamada
obligación) de cuidarnos unos a otros incluso si eso, puede parecer humillante
ante los ojos del diablo.
Sacrificando incluso nuestra reputación y estabilidad, manchado nuestro
nombre con sangre ajena a la nuestra, tapando sus heridas y esperando a que
sanen. Eso es tener corazón, eso es ser un ser humano. Aquel que ve por las
necesidades y valor de los demás. Y debemos de preocuparnos, si al ver tanta
muerte en los medios, esto se convierta en algo natural y cotidiano, algo que
simplemente “pasa”. La guerra obliga a los débiles a convertirse en fuertes, y
uno nunca sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es la última opción que
queda. Tenemos una gran responsabilidad personal y colectiva, donde solo
ayudando a los demás podremos ayudarnos a nosotros mismos.
A pesar de nuestra fuerte solidaridad como mexicanos, los políticos, la
autoridad y por qué no, los mismos responsables que se esconden pasando de un
estado a otro, intentan voltearnos la moneda, haciéndonos ver a nosotros como
asesinos y criminales. Cuando el rico le roba al pobre se llama negocio, y
cuando el pobre le roba al rico se llama violencia. ¿Dónde quedó la justicia
que tanto prometieron defender nuestros “hermanos mayores”? Uno siempre cuida
su casa, y hoy en día nadie está a salvo, salir de tu casa o quedarte en ella
es un riesgo. Te privan de cualquier libertad, como el secuestro físico, y
secuestro de identidad. Nos matan a nuestras esposas y esposos, padres buscando
a sus hijos e hijas, hermanos y hermanas, tras pistas inútiles y vanas.
Nadie habla de la masacre a las minorías… Sobre todo, hablando de las
comunidades indígenas. Nuestros hermanos de machetes y puños, quienes ningún
mal han hecho y quienes peores desgracias recaen sobre ellos sin piedad por los
aprovechados beneficiados. Hoy muerte de gente que ni si quiera está
registrada, gente que, para el estado, nunca existió. ¿Verdaderamente nunca
existieron? Hay muerte, está más que claro. Y al final lo único que podemos
decidir es cómo llevar esa pérdida. Somos vulnerables, así es la conducta
humana. Por ello, hay que darle un buen sentido propio, guiado a un fin
beneficioso: el de hacernos más fuertes.
Ni si quiera de la misma policía se puede confiar, ya que son los hijos
del coraje y del amor. Quienes nos prometen estabilidad son los que juegan póker
con los que nos advierten peligro y miedo. No es la primera vez que un
presidente de México apuesta su propio futuro en manos de un vil ladrón de paz,
tierras y riquezas. La resistencia cotidiana está gracias a eso, precisamente
eso. Cargamos con los pecados mortales de una autoridad todos los mexicanos,
pero aquí seguimos, "vivitos y coleando". Al final, no se beneficia a
un bando por simpatizar, si no por defender la verdad cueste lo que cuesta.
Básicamente eso, decir la verdad. Sí, grandes tragedias pasan frente a nosotros
y no nos queda de otra que desafiar la propia vida y confiar en la suerte para
intentar vivir una vida normal.
Y vivimos casi de manera normal porque
nos proponemos a nosotros mismo, hacerlo. A pesar de que tenemos un fácil
acceso a herramientas como el internet, por ejemplo, para mostrar nuestros
disgustos, generar debates políticos, mostrar ironía y burla a nuestra propia
situación, olvidamos que la revolución cibernética es, probablemente, la carta
más fuerte que tenemos. Se puede decir que la esperanza en tiempos de guerra
más que un puerto, es un horizonte para seguir caminando donde se anda a
pequeños pasos. Sin embargo, avanzaremos con más eficacia si estamos todos
juntos, todos unidos. Al final, nosotros estamos decididos de que el gobierno
pagará por todo lo que ha hecho o permitido hacer y qué justicia se hará.
No habrá rendición, ni hoy, ni nunca. A veces el
poder no es suficiente para muchos, ya que hay personas que tienen poder, y a
fin de cuentas al desear más, terminan corrompiéndose. No está mal ser una
minoría mientras se pueda hacer un cambio significativo en pocos. Nosotros
hemos pasado de convertirnos de individuos a personas, personas pensantes, como
debería ser en una sociedad perfecta. El dilema es: o nos rescatamos o nos
aniquilamos. Todos somos víctimas…
“Sicilia no es solo un padre que
llora o un poeta que calla. Es un líder que no quiere ser líder de un
movimiento político que no quiere ser político….
“también cito, soy víctima."”
…Reclama constantemente.
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