CRÍTICA DE LIBRO: “CADENA DE MANDO” pt.3
Autor: Raúl Urdaci Iriarte
Crítico: María Fernanda Zavala Reynoso, Periodista
Al terminar el libro pudimos ser capaces de entender algo
con más claridad: La obediencia, es el ADN del soldado. Y relacionando esta
premisa con la anterior comparativa con el régimen totalitario nazi, según
Hitler, la obediencia pasiva y la fe infantil constituyen el peor de los males
que es posible imaginar. Es muy fácil para la autoridad decir “obedece sin
más”. Es más fácil conseguir el objetivo cuando no se está cuestionando la
naturalidad y intenciones de las acciones. Pero cuando esta obediencia no es
pasiva, se convierte en obligación, por lo tanto, en sometimiento, y por lo
tanto al ver el mundo en jerarquía sin saber qué es el verdadero respeto y
derechos humanos, dejas de ser persona al actuar contra tu propia voluntad. Al
final, no eres nadie, sino unas manos que hacen cosas.
Me recordó mucho también a la metáfora que plasmó Stanley
Kubrick en su película “A Clockwork Orange” de 1971. se refiere al crecimiento
de libre albedrío, el componente “orgánico” (naranja), hace referencia a Alex,
quien es psicológicamente tratado para actuar mecánicamente. Se vuelve sumiso e
incapaz de decidir por sus acciones. Podemos sentirnos muy identificados con
esta situación, que viven miles de mexicanos en el país, sobre todo la parte
“inferior”, que es la que paga. Regresando al control, según el código militar
la insubordinación se castiga incluso cuando la orden del mando es contraria a la
ley. ¿Tiene sentido alguno? No solo estamos hablando de un orden, ni de
órdenes. Estamos hablando también de la voluntad y libertad del ser humano y la
corrupción de este.
En nuestras escuelas siempre nos enseñaron que fin último
del hombre era alcanzar su mayor grado de plenitud, ser feliz, y servir a los
demás. Pero en realidad pareciera que se prepara para la institución militar y
morir siendo uno mas del monton para sobrevivir. Aceptar sin resistencia la
orden de matar y la posibilidad de morir. Organizan a los soldados para saturar
de violencia y destrucción regiones enteras del país que supuestamente deben
estar protegidas del crimen organizado.Se ve claramente la abominacion de esta
situación: No se trata de vivir, sino sobrevivir. No se trata de elegir, sino
de obedecer (y muchas veces, órdenes presuntamente ilegales). No se trata de
proteger, sino de eliminar. No se trata de ayudarnos, se trata de elegir lo que
nos conviene solo a nosotros. No hay verdad, ni justicia. Solo importa obtener
resultados a toda costa y se quieren cómplices, no testigos.
“Juzgar los crímenes como graves violaciones a los derechos
humanos revisará las responsabilidades del Estado y la cadena de mando",
se mencionó en el libro. ¿Quienes conforman el estado?, ¿Por qué siempre optan
por criminalizar a las víctimas para lavarse las manos? El libro también
menciona cifras concretas y aterrorizantes: El 94 por ciento de los casos,
las autoridades militares intentaron
evadir su responsabilidad alterando la escena del crimen o la narrativa de los
hechos. Y eso no es todo, el 28.6 por ciento de la ejecuciones que ocurren en
el país, que es una tercera parte, son
por ejecuciones extrajudiciales. Esto se refiere que ocurren por la
violación a los derechos humanos hablando de un homicidio de manera deliberada
por parte de un servidor público apoyado en la potestad del Estado para
justificar el crimen, sin la necesidad de pasar por un proceso judicial.
Es un hecho, muchas veces
las fuerzas armadas actúan sin un manto de protección legal y pareciera
que son la excepción de la premisa “el fin no justifica los medios”. Es mal
visto que activistas y anarquistas mexicanos quieran hacer justicia también por
su propia mano, utilizando los mismos métodos violentos (porque pareciera que solo
con violencia, nos podemos entender). ¿Qué no el pueblo es el que debería
hablar por el país? Y es curioso, porque cuando el enemigo te entiende, es
porque ya está muerto. En la revisión de muchos documentos que conciernen
homicidios, heridos o desaparecidos, se han encontrado patrones que muestran la
poca capacidad de los soldados para responder a momentos de tensión y presión
para salir a combatir a “un enemigo” y los informes oficiales justifican
siempre el uso excesivo de la fuerza y culpa.
El pueblo está enojado, muchos de los casos de crímenes que
concierne a la CNDH, ni siquiera han dado recomendación, respuesta o acción.
Supuestamente tendrían que aclarar las razones por las cuales no ha investigado
o concluido la investigación de estos hechos. Pero no hay que ser muy listo
para entender la razón por la que esto no ocurre: Conveniencia, evadir la
responsabilidad, dinero por parte de personas con propias ambiciones económicas
y políticas, o claro está, por parte de los mismos criminales. El concepto
contemporáneo que tenemos de los “narco enemigos” es un mero objeto construido
por el discurso de seguridad nacional adoptado por la clase gobernante en
México donde presuntamente estos manejan las instituciones militares y
policiales.
Según el libro, esta idea ha fundado la violenta estrategia
de combate hacia el crimen organizado del país basada en un estado de excepción
permanente. Pero es esa estrategia, y no los cárteles que creemos, la que se
muestra en la investigación al igual que explicar el “por qué” de la violencia.
Y es triste que incluso desde la comodidad de nuestros hogares podamos ser
conscientes y observar como espectadores, el injustificable asedio a la
población civil por parte de las violentas instituciones militares comandadas
por el estado en nombre de un “enemigo” oficial construido que ha desatado una
guerra permanente en la sociedad mexicana desde tiempos remotos.
Hay guerras que duran años, simplemente esperamos que la
humanidad no se pierda y esta no dure una eternidad.
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