CRÍTICA DE LIBRO: “CADENA DE MANDO” pt.2
Autor: Raúl Urdaci Iriarte
Crítico: María Fernanda Zavala Reynoso, Periodista
Al continuar con la lectura, personalmente no pude evitar
realizar numerosas comparaciones entre los testimonios de varios soldados con
el régimen totalitario radical fascista de Hitler. “Primero la lucha, después,
tal vez, el pacifismo”, solía decir el Führer. Muchos “ideales” entre comidas,
con poco pesimismo. Un entrenamiento y adiestramiento pobre, casi como un
juego, donde los hombres son capacitados para una guerra, no para andar en
fraccionamientos patrullando en la calle, haciéndole de policías. Esto parece
absurdo y contradictorio, sin embargo lamentablemente lo es.
Se habla de derechos y defender la ley pero hay una
contrariedad, ¿A que costo supuestamente se logra esto? Primero se refugian en
la violencia, antes que el diálogo. “Por eso llegábamos a un extremo de
violencia, de uso de la fuerza, porque las armas que nos daban de cargo son las
únicas que tenemos para defender y es un calibre grueso, es un arma que te
vuela un brazo, pierna, por eso nos recriminan de que somos muy salvajes”, dijo
Ramiro, un personaje del libro que existe en la vida real. Regresando a la
comparativa con el régimen de Hitler, para llegar al poder antes de dinero y
relaciones, debías poseer un destacado don de carisma, habla y una inteligencia
respetable (sin mencionar la situación de extrema pobreza y/o sufrimiento por
la que debiste pasar en tu pasado para poder simpatizar con tu presente “nación
victimizada” al igual que tu fracasado intento de artista).
Dejando este último punto en claro, era obvio que el talento
de Adolph Hitler no era tocar un bélico instrumento para la sociedad, si no
tocar el destino de esta: Tocar miles de corazones inconformes que esperaban
una respuesta a sus plegarias, restaurar lo destruido: La grandeza de Alemania.
Según Adolf Hitler “La posteridad olvida a los hombres que laboraron únicamente
en provecho propio y glorifica a los héroes que renunciaron a la felicidad
personal.”(Mi lucha, 1925). Aun así, la existencia de razas inferiores también
sería necesaria hasta cierto punto con un único propósito: Para impulsar a las
superiores para después desaparecer.
Parecería un fin noble, pero como el medio no fue correcto
(o peor aun, violento), las consecuencias fueron indudablemente abominables y
desastrosas. Lo mismo pasa con México, justifican la violencia por parte de Las
Fuerzas Armadas con la excusa de que están viendo por los “derechos
humanos”. Ocho semanas de adiestramiento
no es suficiente para aprender sobre derechos humanos, o por lo menos en el
caso de muchos soldados, las lecciones no estaban en su currícula. En méxico,
los cursos de derechos humanos se dan a nivel de los oficiales superiores, y en
mucho menor nivel a los oficiales de rango inferior.
Al final, es difícil por el nivel de estudios de la mayoría
de estos hombres, que las tropas y los oficiales inferiores puedan comprender
qué significa respetar los derechos humanos. El libro lo deja muy en claro:
“Las Fuerzas Armadas son hijas de la revolución mexicana y sus integrantes,
entonces y ahora, las clases humildes. Existen dos ejércitos en México, “el de
los privilegiados y el de las masas”. En
México basta presentar el acta de nacimiento, la constancia de antecedentes
penales y el certificado de educación básica (secundaria) para entrar a las
Fuerzas Armadas, y además, pareciera que hasta se protege más a un delincuente
que a un ciudadano común.
El delincuente hasta se ríe al ser detenido y al decirle que
lo pondría a disposición… Al mes este era liberado. ¿De qué sirven tantas
muertes de personas inocentes para atrapar a un enemigo que a pocos días o
semanas queda mágicamente impune? A esto me refiero cuando menciono la palabra
“contrariedad”. Así piensan los de altos cargos: “No se puede ser indiferente
con el enemigo, ni mucho menos sentir compasión por él”, pero ni siquiera
tienen claro quién es el verdadero enemigo.”Debemos ver por los derechos
humanos”, cuando ni siquiera saben ni una octava parte de lo que acapara todo
ese extenso tema. Situación preocupante porque si ni siquiera los que deberían
protegernos saben sobre el respeto y crecimiento de nuestros derechos, ¿Como
van a ser capaces de hacer justicia?
Al final la obediencia sin cuestionamiento, es el ADN del
soldado… No la humanidad. Así fue en los años 40´tas en la Alemania Nazi, así
sigue siendo hoy en día en el país Mexicano.
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