Algunos ejemplos fueron las referencias cristianas, que funcionaron muy bien considerando que el 74,54% de los estadounidenses se identifican con esa religión. Además, Joe Biden es el segundo que llega a la presidencia siendo católico, el primero fue John F. Kennedy. Por otra parte, el otro fue el llamado al cambio y a la unión, yendo completamente en contra de la fórmula de Trump, quien desde un principio se hizo ver como alguien autoritario, radical, severo, tajante y hasta violento con quienes intenten ir en contra del mandado, agenda y visión. Me da la impresión de que Biden eligió el camino opuesto a Trump a propósito para dejar todavía más en claro la radicalidad del cambio que se espera y porque también sabe que estos tiempos están siendo muy duros para estados unidos. No solo hablando de la tragedia que ha traído el Covid 19 en el país sino también por los innumerables movimientos sociales y la fuerte voz del activismo en diferentes causas, calmando los "ánimos" de la gente.
Es importante mencionar que se recalcó mucho el hecho, de que en el equipo de Biden, hay una gran cantidad de mujeres, dando un fuerte mensaje feminista. Así, se muestra otro mensaje muy poderoso: La era de los hombres en el poder está cambiando, otra prioridad que se busca es la igualdad. Kamala Harris, la primera mujer en convertirse en vicepresidenta de EU al igual que la primera mujer de color en ser elegida para ocupar este puesto, usó un vestido color púrpura. Da la casualidad que el morado representa el feminismo, pero no solo eso: la mezcla de rojo y azul representa el bipartidismo; una metáfora de "un gobierno para todos". Hasta esos detalles estuvieron perfectamente pensados.
Regresando al discurso, Biden toca los temas con una contundencia que se esperaría de un discurso introductorio, al igual que da a entender una ruptura con el gobierno recién concluido de Donald Trump. Es muy interesante porque lo hizo no mencionandolo a él como tal, sino señalando sobre todo los últimos eventos ocurridos relacionados a la visión que tiene Trump sobre lo que es una nación que busca ser "grandiosos de nuevo". Probablemente Biden pudo haber tenido la opción de ser muchísimo más severo recalcando el castigo por ser un "enemigo" o enemigo en potencia hacia la democracia por el simple hecho de no respetarla, sin embargo la imagen que buscaba transmitir de él, su partido y el futuro de estados unidos, eligió como se dijo anteriormente, un tono más esperanzador rayado en el sentimentalismo.
A pesar de que yo personalmente no comparto mucho con el partido demócrata, puedo decir que la ceremonia se llevó a cabo de una manera elegante y "sobria", mostrando la mejor cara que Biden podría mostrar usando el contexto a su favor. Esto hizo quedar todavía más mal a Trump, ya que resaltó su actitud narcisista como líder y se mostró amenazador ante la situación que lo desfavorecía. Así, la competencia de Biden deja un mensaje: "volveremos, no ahora, pero en un futuro. Se hará justicia". A comparación del mensaje del nuevo gobierno, que fue: "vamos a escucharnos, a tener unidad entre nosotros". Ahí es donde claramente se ve el populismo tan característico del partido demócrata, más centralizado y se muestra menos radical.
Más que tratar de "jalar" a los simpatizantes de Trump, se dió a entender como dije anteriormente, que habría una mayor vigilancia para evitar a toda costa la disrupción de la "nueva esperanza", su propia democracia. Por otra parte, se vió claramente la preocupación por las medidas sanitarias de controlar lo más que se pueda el Covid al igual que contrarrestarlo. Esto es un reproche a la administración de Trump de forma indirecta. Ahí es donde entra también el tema de la recuperación económica, otra de las principales prioridades que Biden.
Es importante mencionar, que al parecer estos cambios que tiene contemplado realizar Biden, probablemente convendrán a la economía mexicana. Otra razón por la que convenga quizás que AMLO se esfuerce en simpatizar más con Biden (quien no será contemplativo) a pesar de los roces del pasado y su buena relación con el ex presidente quién sí lo era. Como parte de este propulsor, Biden muestra su interés por reparar alianzas con otros países y no esperar solo que "se aguanten" como lo hacían con Trump. Realizar una política exterior que no imponga el ejemplo, sino dar el ejemplo haciendo lo correcto. Esto se lograría primero resolviendo el problema desde dentro, la disyuntiva tan fuerte entre dos polos y mesurarlo.
De esa forma se recuperará el prestigio estadounidense que está tan dañado, y se podrían incluso en el futuro, crear nuevas alianzas. Un plan muy comprometedor, y bastante bueno para ser verdad. Un panorama donde todos salimos ganando. El tiempo lo dirá.
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